Chamuyo el nombre
de tus calles, Buenos Aires,
son recuerdos de veterana,
y la costumbre de andar mareada
por su voz nocturna, Buenos Aires.
Me quedo boquiabierta, junándote,
los brazos sauce, los ojos río,
y me trepo a las ventanas por balcones
de tu ciudad con edificios.
Eran nuestras tus noches sin luna,
Buenos Aires,
cuando nos crecían las ganas del amor empecinado
entre ladrillos y cemento
y en el remolino de las hojas secas de los parques.
Se me aprieta la piel,
y es sólo, solamente una brisa,
con la presión
exacta
de su mano
y tus sombras
las de entonces
Buenos Aires.
Marzo 2015 Bs. As.
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