La comparsa ciega viene de algún lugar por caminos resecos. Hieren pitos y matracas, chillan y raspan las voces. En los poblados acercan mate, agua fresca, pasteles, se unen un trecho al revuelo del baile. La quena del monte frasea su respuesta, hay alboroto de aves, sonar de cencerros, ladridos. Llevan el sol y la luna, echan afuera congojas, se pierden en la alegría, hasta que brote la luz.
ar. Ecunhi. Abril 2012
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